
En Quito, el 11 de diciembre de 1874, nació Rosa Elena, quien desde pequeña recibió una sólida formación cristiana. Realizó sus estudios primarios y recibió la Primera Comunión en la Escuela de San Carlos. Vivía con su madre en la casa de la familia Demarquet, donde la Sra. Natividad prestaba servicios. Allí aprendió a coser y bordar.
A los 17 años, ingresó en la Tercera Orden Franciscana. Su madre falleció en 1893, cuando ella tenía 19 años, y Rosa continuó trabajando para la familia Demarquet. Como terciaria, guiada por óptimos sacerdotes en su camino espiritual, llevó una vida cristiana profunda. Esta experiencia se manifestaría en la centralidad eucarística de su existencia. Su amor por la Sagrada Eucaristía se intensificó después del gravísimo sacrilegio del 4 de mayo de 1897, ocurrido en la Iglesia de los Padres Jesuitas de Riobamba, donde fue asesinado el P. Moscoso SJ. Esta experiencia la llevó a ADORAR, REPARAR y SERVIR a Cristo, presente en la Eucaristía.
Este acontecimiento luctuoso en la historia del Ecuador afectó profundamente a Rosa Elena, convirtiéndose en la razón que la llevaría a ser parte del grupo de jóvenes mujeres conocidas como terciarias, quienes se dedicaban a servir en la Casa de Ejercicios Espirituales en el Convento de San Diego, de los Padres Franciscanos, erigida como Casa de Ejercicios Espirituales en 1888, un mes después del sacrilegio, el 4 de junio de 1897.
El pequeño grupo de jóvenes, bajo la guía de los Padres Franciscanos P. Antonio María Argelich y P. Francisco María Alberdi, se centraba en la Eucaristía para la reparación del sacrilegio. Fue esta convicción la que impulsó a Rosa Elena, más tarde conocida como María Francisca de las Llagas, a desear convertir a aquel grupo de jóvenes mujeres en una Congregación Religiosa, cuyo nombre sería “Hermanas Franciscanas Misioneras de la Inmaculada”.
La Congregación, de Derecho diocesano, fue erigida en 1901, y Rosa Elena tomó el sayal franciscano. Realizó su profesión perpetua el 10 de diciembre de 1911.
María Francisca de las Llagas fue elegida Superiora General en 1905, llevando a cabo este cargo en varias ocasiones hasta que, en el Capítulo del 21 de septiembre de 1942, fue nombrada Superiora General Vitalicia.
En 1960, debido a su edad y problemas de salud, presentó su dimisión como Superiora General. Falleció el 24 de octubre de 1964, dejando a su Congregación al cuidado del Sagrado Corazón de Jesús.